Enfermedad degenerativa crónica de la válvula mitral: síntomas y tratamiento

  • La enfermedad de la válvula mitral es la culpable del 75% de las consultas en cardiología canina. ¿En qué consiste? ¿Cómo detectarla y cuál es su tratamiento? En el siguiente artículo te lo contamos todo en detalle.
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Enfermedad degenerativa crónica de la válvula mitral: síntomas y tratamiento

Enfermedad de la Válvula Mitral

La enfermedad de la válvula mitral es la culpable del 75% de las consultas en cardiología canina. Con esa prevalencia el conocimiento de esta patología es crucial para la clínica diaria. Los perros (y más los machos) de talla pequeña son los principales afectados habiendo razas con una alta predisposición como los Cavalier King Charles Spaniel, Yorkshire terrier, Bichón Maltés, Shih Tzu o los Schnauzer miniatura. Suele manifestarse a partir de los 6-8 años (en perros como el Cavalier puede manifestarse a una edad muy temprana) si bien en muchos perros se diagnostica a los 10 años.

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Qué es la Enfermedad de la Válvula Mitral

Esta enfermedad consiste en una degeneración mixomatosa de la válvula mitral que produce un engrosamiento de la misma. Se desconoce el origen de esta enfermedad aunque se sospecha de una base genética aún por descubrir. Generalmente afecta sólo a la válvula mitral aunque en un tercio de los casos también la válvula tricúspide se ve afectada.

Es una patología de avance lento y en la que la válvula sólo va a empeorar, por lo que es importante concienciar e implicar a los propietarios en el seguimiento y tratamiento de la enfermedad.

Síntomas de la Enfermedad de la Válvula Mitral

Inicialmente se detecta únicamente un soplo en la auscultación por la turbulencia en el flujo sanguíneo causado por la alteración morfológica de la válvula (regurgitación mitral), es decir, puede (y suele) diagnosticarse antes de la aparición de síntomas. Conforme progresa la enfermedad la morfología cardiaca se altera por la regurgitación mitral produciéndose, a lo largo de un periodo de tiempo más o menos largo, una remodelación del atrio y ventrículo izquierdo. Este hecho condiciona la aparición de síntomas:

  • Intolerancia al ejercicio
  • Tos
  • Disnea (dificultad respiratoria) o incluso posición ortopneica (posición que facilita coger aire: en estación con el cuello estirado)
  • Debilidad o síncopes en fases muy avanzadas
  • Perdida de peso y mala condición corporal en general en estadios finales

La tos suele ser el principal motivo de consulta de los síntomas de esta enfermedad ya que la debilidad o intolerancia al ejercicio suele pasar inadvertido o achacarse a la edad del paciente.

Estos síntomas se deben a que conforme aumenta el tamaño del corazón izquierdo nos acercamos al momento de la aparición de la insuficiencia cardiaca: aparece edema pulmonar, +/- hipertensión sistémica e insuficiencia renal en casos terminales. También se discute la presión sobre los bronquios por parte del corazón aumentado que causaría también tos.

Si la válvula tricúspide está afectada puede aparecer también ascitis (abdomen abultado por líquido libre) y empeoramiento de la función pulmonar (por hipertensión pulmonar).

 

  • Fase A Perros con predisposición genética (ej.: CKCS, Yorkshire terrier…)
  • Fase B1 Hay afección valvular pero no remodelación cardiaca.
  • Fase B2 Hay afección valvular y remodelación cardiaca pero no síntomas.
  • Fase C Aparición de síntomas clínicos.
  • Fase D No responden correctamente al tratamiento.

 

Diagnóstico de la Enfermedad de la Válvula Mitral

El diagnóstico pasa por la ecocardiografía, visualizándose la degeneración y engrosamiento valvular así como valorando la función cardiaca. Se recomienda así mismo una radiografía de tórax para evaluar la morfología cardiaca y el campo pulmonar.

En fases avanzadas suele realizarse una analítica para valorar iones y funcionalidad renal (afectada por el uso de diuréticos y por la propia patología).

Si hay sospecha de alteraciones del ritmo cardiaco debe realizarse un electrocardiograma o incluso un Holter (“chaleco” que realiza ECG constante).

Engrosamiento en válvula mitral (flecha). Imagen cortesía de Ester Yarza, responsable de cardiología en Anicura Emvet.

 

Regurgitación mitral visible mediante doppler. Imagen cortesía de Ester Yarza, responsable de cardiología en Anicura Emvet.

Tratamiento de la Enfermedad

El tratamiento es médico utilizándose inotropos positivos, IECAS, diuréticos y fibrinolíticos según la fase de la enfermedad. Suele acompañarse de dieta y un cambio en los hábitos desde el inicio. En casos de urgencia se ampliaría el tratamiento con oxígeno, sedación y otros fármacos (dobutamina, nitroprusiato) si se precisa soporte vital avanzado. Existe un consenso internacional con el tratamiento indicado en cada fase.

Está en desarrollo la sustitución valvular quirúrgica.

Para más información consulta con tu veterinario.

¿Y si la padece mi perro?

Por asociación con medicina humana tendemos a asustarnos como propietarios al oír hablar de patología cardiaca y pensamos en un primer momento en infartos al ser tan frecuentes en nuestra especie. En perros no son muy comunes y en esta patología debemos pensar más en síntomas respiratorios, algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados.

Lo esperable es que sea progresiva salvo en excepciones y por tanto debemos implicarnos en su cuidado más allá de dar la medicación. ¿Cómo? Tendremos que cambiar los hábitos de vida de nuestro perro: anticiparnos a miedos/ansiedad como los fuegos artificiales, prevenir el ejercicio intenso y tener especial cuidado con el calor. Así mismo deberemos modificar su alimentación a una rica en ácidos grasos y baja en sodio en fases finales. La obesidad tampoco nos ayuda pero de forma muy diferente a como nos afecta en el corazón humano.

Podemos monitorizar su respiración en reposo para una evaluación rutinaria en casa (incluso existen apps para ello) y estar atentos a los síntomas de empeoramiento así como acudir a las revisiones con nuestro veterinario.

Siempre recordar que está enfermedad es de largo recorrido y debemos estar al lado de nuestro fiel amigo.

 

Autora; Natalia Sevil

Veterinaria y profesora de la Escuela de Veterinaria de MasterD

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